Así mi
vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro. No sé cuál
de los dos escribe esta página. Jorge Luis Borges.
Natalia
y Natasha eran competitivas y entre ellas se retaban, esto sucedía en diferentes
ámbitos de sus vidas en las que terminaban de una u otra manera vinculándose,
allí nacían los retos, primero eran
amigables por respeto al pasado que las unía, luego pasaban a tensiones,
palabras fuertes y chismes de ambos lados, dividían, multiplicaban y no
llegaban a nada.
Un
día llegó trasladado al colegio un chico
que venía del sur de la ciudad, Juan David entró a decimo, la primera que lo
vio fue Natalia quien se dijo ¡Uy, qué man
tan lindo! Lo quiero para mí.
Natasha
lo observó caminar en busca de la cafetería, ella había acabado de salir del
baño y ¡Pum! ¡Papasito! Lo quiero para mí.
Se dijo.
Y
así sin que las dos se dieran cuenta se enfrascaron en una nueva batalla para
demostrar cuál era la mejor, al principio las dos lo cortejaron al tiempo y con
los mismos métodos: le enviaban cartas con chocolates o cualquier otro dulce, lo
invitaban a salir, le hablaban a toda hora por el Whatsapp sin importar si estaban
en clases o en cualquier lugar, le publicaban mensajes románticos en el muro
del Facebook, y es que eran tan parecidas entre ellas que cuando Juan David
leía lo que le escribían o le publicaban las terminaba confundiendo, no sabía
cuál era lo que había dicho qué… lo retuiteaban, lo seguían en Instagram, stalkeaban sus perfiles en todas las
redes sociales que él pudiese tener, era casi una persecución amorosa o una
obsesión compartida. Incluso fueron muy osadas y pusieron la foto de Juan David
en la portada de sus perfiles, casualidad: la misma foto, en esa foto aparecía
con una camisa de cuadros rojos y blancos, con una gorra blanca Adidas, lentes con marco redondo y
delgado que parecían de oro, los audífonos puestos y mientras se miraba al
espejo se tomaba la selfie, en la foto original escribió la siguiente leyenda ¡La experiencia enriquecida me formó como
persona!
La
una creyendo que la otra la imitaba se increpó por Whatsapp, el agarrón fue tan
épico que cuando se vieron en la entrada del colegio al día siguiente de la
discusión se fueron a los golpes, obvio, luego de gritarse zorra, perra, buscona y
envidiosa, en realidad fueron arañazos, haladas de pelo, babas, gritos e
insultos.
La
pelea llegó a niveles desmesurados: padres de familia en rectoría, llamados a
la hoja de vida, suspensiones, llanto, odio y habladurías por los corredores
del colegio, la historia entre ellas dos, las que en otrora fueron muy unidas,
no termina bien, ambas la vida les deparará un futuro nefasto.
Pero
lo que nunca Natalia ni Natasha supieron
es que mientras ellas peleaban por un hombre, él encontraba las mieles
del primer amor en los brazos de Camila, la practicante de la licenciatura en
idiomas que venía de la Universidad de Antioquia a trabajar con los grados
Decimo y Once.