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martes, 2 de agosto de 2022

Ganador del premio Alfaguara

 

Boris llegó al club de lectura de los miércoles a las cinco de la tarde en Envigado, ese día iban a leer el homenaje que John e Yves Berger le harían a esposa y madre en el libro Rondó para Beverly, al entrar notó a una rubia no natural que lo miraba, ella estaba con la directora de la institución en la que se hacía dicho taller; se les acercó y las saludó, la rubia le llamó mucho la atención y la deseó al instante. Hacía varios meses que no estaba con ninguna mujer y ella se le hizo deseable. Cruzaron un par de palabras, la señora Silvana le presentó a Valeria y ella le dijo que era la psicóloga del lugar. Boris decidió que a como dé lugar, seduciría a Valeria y se la llevaría para su casa y estrenaría con ella esa cama que estaba sin compartir con alguna fémina, todo sobre ella habían sido actos de soledad.

El club de lectura lo hizo con el fin de seducir a la chica y creyó que lo estaba logrando porque la veía reír junto a los demás comensales que allí estaban.

Al final de la reunión estaba planeando la manera de invitarla a salir, mientras despedía a los demás asistentes, Valeria se le acercó y le preguntó que, si quería tomarse un café con ella y hablar, él le respondió que tenía otras cosas que hacer, pero que le aceptaba el café. Así que fueron a La Venta de Dulcinea, lugar bohemio de este municipio tan plegado de la godorria tradicional, de una sociedad hipócrita por antonomasia y mojigata por costumbres.  

Boris quería hacerse el interesado por las cosas de ella y Valeria le contó un poco sobre su vida, pero rápidamente le dijo que admiraba su manera de pensar, de reflexionar la sociedad, de hacer que el club de lectura fluyera, que a ella le gustaban los hombres y las personas que fueran inteligentes; Boris se sintió con vía libre para caerle y quiso decirle un par de cosas desde la coquetería, pero ella las dejó a un lado y se puso a preguntarle de metodologías relacionadas con la realización de actividades literarias alrededor de la promoción de lectura. Él estaba muy caliente.

Del café pasaron a la cerveza, él animado para hablar de promoción de lectura y literatura, dos de los temas en los que se sentía en su zona de confort, estaba en terrenos seguros y algo le dijo que esa era la noche que venía esperando desde que se había separado de su exesposa Lady; Valeria por su parte escribía en la agenda los libros y las cosas que le llamaban la atención, Boris aprovechó para mirarle el escote, imaginando que esos senos se debían de ver esplendorosos cuando Valeria se desnudaba.

Pasada unas horas intentó por primera vez besarla, pero ella lo rechazó, tres horas después volvió a insistir y Valeria nuevamente lo rechazó, le dijo que quería conocer de los procesos lectores y ya, Boris se sintió desanimado y comenzó a perder el interés, Valeria lo notó y le preguntó que por qué no se iban de allí para un lugar más íntimo, quizás la casa de él. Le expresó que lo que ella quería era conocer la biblioteca personal de la que tanto le habló esa noche. Ahí supo Boris que la noche estaba saliendo redonda.

Al llegar a la casa ella se dedicó a mirar los libros y se quedó en el espacio en donde Boris tenía los libros de promoción y animación de lectura, de los libros de cómo hacer clubes de lectura, sacó Una historia de la lectura de Alberto Manguel y lo hojeó, también sacó el Hacia una literatura sin adjetivos de María Teresa Andrueto, Enseres para sobrevivir en la ciudad de Vicente Quirarte, Boris le miraba el trasero y soñaba con tenerlo entre sus manos más tarde. Mientras ella echaba un vistazo a los libros, él preparaba el limón y la sal para el tequila que tenía reservado para una ocasión especial y creía que esa sí que era especial, sirvió dos tequilas y la llamó, Valeria volteó, le recibió la copa y sin sal, ni limón se tomó su tequila, él solo se limitó a alzar las cejas y arquearlas de la impresión que le dio verla tomarse la copa de tequila marca Gran Patrón. Boris se tomó el tequila, pero con sal y limón.

La invitó a mirar el resto de su biblioteca y ella,  por cortesía lo hizo, encontró allí títulos que le llamaron la atención y otros que en realidad nada que ver con sus gustos lectores y esto se ratificó cuando sacó esa obrilla de la Editorial Vásquez Editores, los cuales tienen un excelente trabajo en diagramación y acabados en los libros, pero el libro que Valeria tenía en sus manos sí había sido el descache de la editorial, no por la calidad del papel y la composición del libro, sino por su contenido literario, Lo urdido en las aceras, entonces ella le pidió otro tequila, esto solo se le ocurre a un desocupado de barrio popular que no puede ni con las mujeres, ni con la vida, menos con la literatura, pobre hombre, es un cumulo de frustraciones literarias, él en sí es la frustración de la vida y de la literatura, le dijo Valeria a Boris mientras le recibía el tequila y devolvía el libro al lugar donde estaba.

Se sentaron a hablar y Boris de esa noche solo recuerda que se quedó dormido después de muchos tequilas, no supo a qué horas se fue Valeria, tampoco se dio cuenta si pudo llevarla a su cama sin estrenar o no, lo cierto es que él amaneció vestido y en el sofá rodeado de libros puestos en la mesa y en el piso. Revisó que no le faltara ninguno. Valeria no lo había robado.

Llegado el lunes de la semana siguiente, Boris estaba preparando el libro para el club de lectura cuando recibió una llamada de Silvana, eran las siete de la noche y llovía.

Silvana lo llamaba para decirle que hasta ese día llegaba el contrato con ellos, que él era un excelente crítico literario y que sus percepciones del mundo a través de la literatura eran muy buenas, muy profundas, pero que ellos estaban buscando a alguien que se asemejara más a sus principios y a la filosofía en el trabajo que predica la institución, que no era por su conocimiento, que, al contrario, lo consideraban un gran profesional (insistió en ello muchas veces) y un sabio. Boris supo que en esto tenía que ver Valeria, ella lo estuvo evaluando todo el tiempo mientras estuvieron juntos, y el no vio eso ¡Claro! Su reunión fue una evaluación de desempeño.

La cagué, pensó.

Le pidió a Silvana que le dejara el miércoles despedirse del grupo, ella acepto.

De todas maneras, le pediría disculpas a Valeria por haber sido tan atrevido, es verdad, no aplicó los principios de la institución, pensó, se pasó la mano por la escasa barba que le aparecía en el rostro.

Llegado el miércoles a las cinco de la tarde y entrando a la institución se topó con Valeria y Silvana, después de despedirse de los muchachos hablaría con la psicóloga para pedirle disculpas, al salir la llamaría aparte, le dijo su yo interior.

Entró al salón detrás de las dos mujeres, ellas hablaban, él iba en silencio y se sentía muy avergonzado.

Cuando Silvana le pidió al grupo silencio, él se paró delante de ellos y les dijo que los quería, que los estimaba, les deseó buen viento y buena mar, que estaba a disposición de ellos por si lo llegaban a necesitar y les envío un abrazo colectivo lleno de amor. Todos quedaron atónitos.

En ese momento Silvana tomó la palabra y les dijo que hasta ese día los acompañaría Boris, que habían decidido darle nuevos aires al grupo, y que la persona que acompañaría de ahora en adelante el proceso del club de lectura sería Valeria, quien fuera de ser psicóloga también era promotora de lectura.

Boris no lo podía creer, abrió sus ojos, arqueó sus cejas como cuando la vio tomando tequila sin ayuda de sal y limón. La vio tomar su lugar, saludar al que minutos antes fue su grupo y empezar la reunión.

Luego de unos segundos de asombro y de quedarse como la cabeza de Villabrille y Ron: llamada "Cabeza de San Pablo" salió muy lento del lugar, con las manos en los bolsillos rumbo a la estación del metro Envigado. En su mente su otro yo le decía una y otra vez, ¿qué esperabas Boris, creías que, porque habías escrito un libro y lo habías publicado, se te debía atender como si fueras el ganador del premio Alfaguara.

lunes, 25 de abril de 2022

Plata es plata

Con la mafia trabajo yo.
Abran paso que vengo yo, vengo asaltando y vengo acabando.

Orquesta Narváez.

En una de las tantas comunas de Medellín hay un tipo que se le conoce con el alias de Fico, éste man ha montado mero gol en una bodega que trabajan el oro que llega a  la ciudad, es el atraco del siglo según los políticos y los entendidos en el hampa, 26 hombres van a estar en el plan; alias Botija, ladrón de vieja data y retirado del mundillo ratoníl por los achaques de una vejez prematura adquirida con los excesos de drogas y alcohol durante su vida joven, necesita un dinero para que le realicen una operación muy costosa y complicada a su esposa, Botija se ha dado cuenta que dicho plan ya está marchando y que pronto se habrá de realizar. También dicen que el dinero se va a repartir en partes iguales y que la suma, si el gol sale perfecto, va a ser exorbitante y que quien esté en el golpe no le va a alcanzar la vida para contar sus ganancias. Así que Botija con la necesidad encima decide ir a hablar con Fico para ver si lo deja entrar en la vuelta; Fico reconoce al Botija y le habla de la admiración que siente por él, y que por esa admiración fue que él se hizo ladrón, que la gente le decía que por su manera de ser podía ser político muy importante, no solo de la ciudad, sino del país, pero que él prefería el mundo del hampa y seguir los pasos de su héroe infantil, además que entre políticos y ladrones no había mucha diferencia, y le reitera que el Botija era su inspiración infantil.

Lo que le dice Fico lo hace sentirse cómodo y aprovecha para pedirle cabida en el golpe; Fico le habla en tono cariñoso, le explica que él está muy viejo para esas andanzas, que se dedique mejor a eso de seguir vendiendo lotería, Botija le manifiesta que si no tuviera una necesidad no iría a pedirle que lo incluyera. Fico lo mira con desdén de arriba abajo, como diciéndole que él se hace de rogar, cosa que el Botija sigue, porque sabe que en el mundo del hampa los que están abajo en cualquier momento suben y los que están arriba en cualquier momento caen.

Al final le da el papel del tránsito que ha de parar la circulación vehicular para que las motos y carros que están involucrados pueda huir.

El día del golpe el plan no salió como esperaban, 11 de los 26 implicados los detiene la policía, entre ellos el Botija, tan viejo y a la cárcel fue a dar. Botín si hubo, claro, no el esperado, pero si hubo, por lo menos a todos les tocó una buena tajada que si podían contar y que repartieron por igual, el Botija haciendo cuentas en su cabeza mientras espera en el calabozo de la fiscalía ser implicado al caso, sabe que sí le va a alcanzar la plata para la operación de la esposa y que van a sobrar algunos pesos con los que ella y su hijo podrán vivir unos meses, así que manda a su hijo a hablar con Fico.

El hijo del Botija entonces va y pide la parte que le toca a su papá, a Fico le dicen que el pelao, hijo de Botija, está ahí afuera reclamando lo que le corresponde a  su papá, Fico de mala gana lo hace pasar, escucha lo que le dice el pelao, y de mala gana le da una chichigua que no cubre ni la operación de la madre, ni la supervivencia de unos meses que pensó el Botija, el pelao le hace el reclamo al Fico, quien envalentonado le pone un arma en la frente y le dice que si está muy aletoso, que él lo pone a volar al más allá, que no se busque problemas, que plata es plata, que agradezca que le están dando dinero y que no los dejaron sin nada, porque por culpa de  su papá que se asustó cuando vio a la tomba  hizo que el robo fracasara, que vea, que era tan mal ladrón que se dejó  coger.

El pelao asustado guarda en el bolsillo la parte que le toca a su papá y se marcha.


viernes, 25 de febrero de 2022

Una quema de poca literatura


El rito iniciático consistía en profanar las letras más desastrosas de la historia literaria universal.  Primero se recogían aquellos libros que tuviesen indicios de pertenecer al género de espiritualidad o superación personal. Títulos como Deshojando girasoles, Andrea no quiere morir, La oración del Sapo, Te amo, pero soy feliz contigo, Biografía paramilitar y no autorizada del oso Yogui, entre otros, esto hacía que la colecta bibliográfica fuese un acto tipo Gestapo nacionalsocialista.

Después de tener una buena cantidad de libracos de sabidurías tontarronas, se invitaba, secretamente, a los que se pretendía iniciar en el culto de las buenas letras profanando con la quema aquel género decadente, no literario que todos odiábamos a la par.

Escogíamos a personas que consideráramos estaban a nuestro nivel lector, y que abiertamente hubiesen hablado mierda de algún escritor de dicho tipo de literatura.

Si lo miramos desde una perspectiva de la logia, podríamos llamar ministros de ella a los que citaban a los participantes de la quema en determinado lugar de la ciudad para desde allí partir al lugar secreto donde arderían las letras siniestras de aquellos que con su positivismo creaban enjambres de peones mentales que creían toda la basura que ellos les escribían y les hacían tragar, esos libros merecían la quema porque eran como la changua de la literatura. Las invitaciones, por supuesto llegaban por correo electrónico, indicando la fecha, la hora y el lugar establecido. Cuando los convocados   estaban congregados se les indicaban los autos que se habían dispuesto para transportarlos y nos marchábamos en el acto a algún lugar secreto de las montañas antioqueñas.

Al llegar al lugar escogido, los ministros iniciaban el rito con el descorche de una botella de vino, luego se servía y se les ofrecía en orden aleatorio a los participantes que estaban protegidos contra el frío con chaquetas, bufandas o ruanas si era el caso de ser un lugar en tierra fría 8generalmente eran estos tipos de lugares los que se solían escoger). El vino era acompañado con pasabocas que se disponían en una mesa improvisada; los sacrificados libros, sin culpas de ser escritos por misérrimos seres que pretendían con ellos vender la idea de un mundo maravilloso mientras las pobres gentes gastaban su dinero  en esas obrillas y tragando entero los cuentitos mierdosos de buena vida, de un futuro mejor, creyendo que  la unicidad con el universo era verídica, mientras que los escritorzuelos, mofándose de sus lectores, se tomaban  un buen fino trago de Whisky en su flameante casa ubicada en el barrio más pudiente de una ciudad equis del planeta, los libros se les ponían en el suelo repartidos dentro de tres maletas de viaje.

Cuando se acababa la primera botella de vino, se daba por iniciado el ritual, los libros fluían como revelaciones tristes, salían de las maletas justo a las manos de todos los asistentes, las llamaradas estaban en su punto, era ese el momento de deshojar los verdaderos girasoles y echarle sus tristes pétalos a la hoguera y ahí se observaba como se consumían por las brasas pastas, hojas, letras, contraportadas, nombres de seudoescritores.

El vino iba y venía. A los libros se les leía un párrafo, al azar, y este se convertía en la firma de su condena. Los alegres participantes echaban de uno en uno libros a la hoguera y eran felices porque se salvaba a muchos futuros lectores de estas miserables historias y de letras tan vacías. Pero la felicidad concluía cuando alguno de ellos lanzaba el comentario.

-Mientras nosotros quemamos aquí estos libros, hay otros, amantes de estas letras, que libran al mundo de bellas obras como: Crimen y castigo, El Quijote, Ana Karenina… para que personas como nosotros, no tengan la posibilidad de leer y así caigan en el mutismo de no pensar por sí mismos y terminar aspirando a una felicidad que no existe.

 Esas eran las palabras finales, con las que se concluía el rito iniciático y tristes, ebrios, quizás drogados, regresábamos a la ciudad de la eterna primavera, ciudad versátil, dura, peligrosa, pero amada.